El cerebro de un niño, recién formado, aún no está listo. Todavía tiene que ajustar los niveles de producción de hormonas, dictar sentencia en forma de rutas neuronales que le marcarán la conducta, madurar hasta afianzarse a una persona propia. Y mientras tanto es como un libro abierto, como un software que se actualiza constantemente a una velocidad de vértigo.
Pero conforme crezca será menos susceptible al cambio porque su cerebro habrá madurado. Las cosas funcionan de otra forma en el mundo adulto; nuestro sistema nervioso se mueve diferente porque ya hemos construido las carreteras por donde pasará nuestro pensamiento. El caso es que aprendemos más lentamente, cualquiera se sale del camino.
Todos somos educados por lo que nos rodea. Los niños velozmente, nosotros ya marcarcados por nuestra cultura resiliente, mucho más despacio. Y nuestra sociedad, que inevitablemente nos amaestra de contexto.
La consecuencia de cualquier sistema educativo erróneo hoy nos escandaliza. "Menuda juventud es ésta". Y ésta es así porque vive con una filosofía, la nuestra.
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