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viernes, 17 de febrero de 2012

Introducción

Aquí definiré el objeto del tratado, que no deja de ser una TEORÍA SOCIOLÓGICA que implica una metodología de teorización y experimentación particulares, en comparación con diversas teorías del conocimiento existentes. Estoy en fase de búsqueda de bibliografía al respecto, pero de existir ya la rama, que es bien probable, recibe otros nombres porque no la encuentro por ningún lado. En cualquier caso, bebo de fuentes como la ecología (necesito un begon en mi vida!!), dinámica de sistemas, meteorología, teoría del caos, psicología social, neurosociología (que tampoco sé si existe), etología social, sociobiología, física newtoniana, no euclídea y cuántica, campos mórficos, Doctor Sheldrake, yoga y taichí, etc. y rayadas metafísicas de mi carrera de ahora. En fin, patrones dentro del conocimiento.

Puesto que no va a ser un estudio científico al uso (que la vida es demasiado corta para ser empírico), me permitiré también el lujo de ser un poco literario, y contaré por aquí que todo viene de una de mis primeras teorías, que yo recuerde, la de la CONVERGENCIA, en este caso, ADAPTATIVA DE IDEAS. Haciendo gala de las facilidades de la ley de Murphy y a las malas, demostraré que por lo menos existe, aunque eso suponga haber perdido tanto tiempo.

Todo el trabajo lleva una carga filosófica extensa, si bien no tengo intención alguna de hacerme experto en ella ni de citar a nadie de la materia. Digo que la excelencia burocrática de las academias no deja de ser un sesgo elitista, que las ideas existen, a menudo con independencia de la capacidad de saber clasificarlas y que mi “doctorado” no pretende ser unos grundisses (que diría Marx en su alemán sobre compendios) con una bibliografía extensa. Si bien no hay que olvidar que estamos enmarcados en el contexto, así que si son capaces de identificar matices en mi pensamiento que asociar a uno u otro muerto, o vivo, que es que no me importa, de pleno se lo agradezco y me bajo los pantalones, que diría mi abuelo. Pero sólo un poco, que HIGIENE CEREBRAL no es lo mismo que decir asepsia.

Sin embargo será necesario partir de una premisa, la del absurdo al máximo reducido. Esto es, deconstruir cada sistema a lo más simple, llevar cualquier ideología a los principios, cualquier razonamiento a los instintos. Existen verdades, grados y creencias, pero aquí prima el blanco sobre el negro. Partiremos del total desconocimiento especializado para tratar de especializarnos sabiendo de todo un poco. Así de simple.

Por estas también entiendo que el tratado implica una crítica desconstructiva del sistema educativo, igual que del sistema mismo. Postularé entre otras cuestiones la necesidad de desarrollar una nueva rama del conocimiento, máxime siendo los tiempos que corren tan posmodernos, programaré una carrera (un grado más allá de latitud humanista, tendiendo a norte en la de la ciencia): la neofilosofía, o filosofía moderna, o cualquier otro nombre que refleje la esencia, que en éstas bien requiero de la creatividad de algunos para inventarse palabras desde el rigor y la elocuencia.

Y por supuesto haré alusión a mi propio nombre, y a la dualidad que eso me implica, observador y observado, elegido y más humano que cualquiera, mortal al fin y al cabo. Pero no reniego de mis ansias de Kundera, de mis alas de Ícaro, de mi subconsciente embravecido. Antes bien, él mismo está dentro de la teoría. Lo sé porque lo conozco (aunque sea dos veces). En cualquier caso asumo que estas palabras pueden ser las de un loco, las de solo un cuerdo tratando de buscar su sitio, de clasificarse, o las de un genio. Ni lo sé ni me importa. El tiempo nos dará razones, si no es que se acaba antes, y si alguna vez soy alguien, me borraré el nombre para corroborarlo. Sólo sé que para escribir sobre algo nuevo a estas alturas (si no siempre) es necesario rondar toda suerte de posibilidades, pese a quien pese.

Para terminar, sería recomendable añadir que entre tanta crítica impertinente habrá una constante y dura a la filosofía, por lo que habrá de procurarse estar atento a la teoría que esbozo, propiamente dicha, y la cantidad de opciones no falsables a las que nos llevaría gran parte de la reflexión de los nutridos con sopas de convento. Quiero decir con esto que el mundo de las utopías es un mundo lleno de posibilidades, pero que hay que tener un buen criterio para no caer en el retorno.

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