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sábado, 18 de febrero de 2012

Justificación

¿Por qué socioecología? Diferente de ecología social, sociobiología, socioecología de Ramón Folch, sociología de sistemas, etc.. A continuación se detallan algunos de los aspectos de los que se deduce la posibilidad de atender al homomundi desde el marco de referencia de la biología, en general, de la ecología en particular. Mucho cuidado con el organicismo inherente a la teoría, que si bien existe, debe ser tratado con especial pulcritud al analizarlo.

1. Desde que el hombre es hombre (y la mujer lo suyo) hemos tendido a la prepotencia, probablemente innata y genética, de considerarnos especiales, imagen y semejanza de un ser supremo o luz sobre las sombras. Lamentablemente esta tendencia hacia el antropocentrismo se ha ido incrementando de la mano de la ilustración y la propia ciencia política hasta que Darwin y otros pusieran un punto y seguido en el desarrollo de nuestro narcisismo como especie. No debemos renegar de nuestra condición animal ni por un instante, por tanto no podemos obviar nuestra filogenia bioquímica y condicionante. Campos como la etología social, la neuropsicología, psicobiología, socioneurología, ecología del comportamiento, etc., no son más que pequeños avances del conocimiento sobre un todo integrado y sumamente complejo que incluso es probable nunca lleguemos a desentrañar del todo, dadas nuestras limitaciones de física y conciencia. Campos como la filosofía y la metafísica no son más que fruto del desconocimiento, intentos de justificar lo injustificable por el científico, si bien su carácter deductivo en las preguntas rimbombantes puede ser bien recibido para encaminar el estudio de la ciencia. En cualquier caso, hay que partir de la base, que es la biología que nos diferencia de la química y de los fractales (aunque puede que no tanto), y asumir que todo lo que es en la vida es cierto por momentos, según cuál sea el sistema de referencia, según el nivel desde el que lo estemos observando, pero cierto en origen y en esencia.
2. La historia de la evolución biológica, tal y como a día de hoy nos indican los registros paleobiológicos, no sucede de manera gradual completamente. Más bien se trata de cierto equilibrio puntuado, a veces extasiado, las más interrumpido, de explosiones como la cámbrica y periodos de lento desarrollo. La historia de la evolución de las sociedades sigue un curso parecido; ya por el tranquilo reformismo o nuestro carácter reaccionario, los cambios acontecidos entre las grandes sociedades estudiadas (Marx y cía.) se rigen por igual por un equilibrio puntuado lleno de equilibrios más o menos constantes rotos por momentos. A título de ejemplo, la agricultura se consolidó después de que apareciera, muy probablemente, cuando los factores limitantes limitaron en verdad el crecimiento demográfico. Un deshielo por aquí, una reproducción creciente, un poco de falta de espacio y de recursos (explotados, que por aquel entonces no dejábamos títere con cabeza y actuábamos cual especie oportunista arrasando con todo a nuestro paso) y tienes la capacidad de carga alcanzada, según el sistema de referencia propio de las sociedades cazadoras-recolectoras. En cualquier caso, tanto en la evolución social como biológica, existen dentro del sistema unos factores limitantes en base a los cuales se regula el funcionamiento del mismo (amén de otros tantos que también regulan).

3. Siguiendo en la línea evolucionista, me gustaría explicar por qué lo social (o la cultura) no es un constructo de exclusividad humana, sino un paso más en los niveles de organización de la información. Esto es, que yo sepa, la materia no deja de ser una sociedad de partículas, las moléculas una sociedad de materias, la célula una sociedad de moléculas, el eucariota una sociedad de procariotas (jugosa hipótesis endosimbionte de Margulis y Sagan), los organismos una sociedad de células no especializadas, los organismos pluricelulares víctimas de una sociedad individualizada, tejido, órgano, aparato, sociedades, los himenópteros, insectos sociales, peces, anfibios y reptiles ya convivían en sociedades, el humano es sólo otro nivel organizado. Sea cual sea el origen de ésta, parece claro que lo social existe como consecuencia de la presencia de sistemas complejos donde la información es secuenciada gracias a lo especial de cada una de sus partes. Las moléculas bailan al son del octeto en búsqueda de su equilibrio, nosotros danzamos en las discotecas para encontrar el nuestro.

4. Podríamos considerar entonces, socialmente hablando, al bebé como una célula madre en potencia que habrá de ser configurado por el contexto, igual que estas células lo son por el suyo propio. En sí, también es uno de los objetivos de este proyecto: llenar de analogías el conocimiento.

5. Aprovechando otra genial metáfora, igual que los genes (ya sean egoístas o no) se nos mueven por el carion y evolucionan, también los memes (la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente) nos circulan la conciencia y sus subterráneos. Pues no dejan de ser información, sería lógico que siguieran las mismas reglas en su tránsito. Si se asume la ventaja evolutiva que puede suponer la expresión de uno en contraposición al otro, es fácil pretender, como harán los sociobiologistas, que el meme más adecuado será reproducido con constancia. Sin embargo es óbice resaltar que el neutralismo no nos dice lo contrario, más bien lo complemente, pues entre toda la amalgama de núcleos de información (ya sean genes o memes) nos habremos de encontrar también con unos cuantos que no impliquen efecto alguno, pero que formen parte de nuestro acervo simple y llanamente porque no rompen el equilibrio puntuado (e incluso nos preparen para posibles cambios en los factores limitantes). Así, los paradigmas sociales en los que vivimos están compuestos de aspectos ventajosos como la cooperación y el altruismo, de aspectos tan neutros como la casualidad o la moda y de aspectos negativos, que de no romper el equilibrio, son enmascarados con la legitimación correspondiente al caso de referencia, como una suerte de ingeniería memética que actúa contra natura.

6. Si bien asumir de lleno que en la naturaleza (ese amplio campo tan infinito como el universo) de existir una fuerza, también ha de existir su contraria (dejo aquí para el entretenimiento de los que viven de hablar del aire), sí es cierto que pese a toda la entropía circundante, los sistemas al relacionarse tienden a reducirla al mínimo posible, máxime si son altamente complejos como los que aquí nos ocupan. Todo sistema que se prolongue lo suficiente en el tiempo lo hará porque habrá alcanzado cierto grado de equilibrio, más o menos fluctuante, pero estable dados unos componentes y las relaciones que se establecen entre ellos. Un ecosistema al uso no es más que la suma de geométricas posibilidades de difícil cuantificación que engendra un resultado. En alusión a la teoría cinética, por tanto, los primeros individuos de nuestra ancestral especie (probablemente allá por cuando éramos reptiles y nos tumbábamos al sol como buenos poiquilotermos) se comportarían como los gases; cuando surgió lo social en nuestra línea evolutiva empezamos a comportarnos como líquidos, ligeramente entrelazados (cazadores-recolectores) pero con perpetuo movimiento; por último y como consecuencia de un cambio tipo presión y temperatura en la materia, tipo necesidad de estado en nuestro mundo, aparecería el comportamiento sólido, pero con infinitas estructuras posibles y sin olvidar que cada partícula vibra a su reducido antojo. La sociedad sólo es un sistema afectado por la misma generalidad que el resto de sistemas complejos, la búsqueda (a menudo más inconsciente que pactada) de equilibrio. De ahí la importancia del estudio del conflicto como hechos puntuales de mayor empirismo práctico en la evolución de las sociedades (y una justificación no vana de por qué la violencia no ha de estar tan desprestigiada).

7. Si la evolución es innegable, como lo es la multiplicidad de factores que la integran, y el marco generalmente despiadado en el que se mueven los componentes de ésta provoca una incesante necesidad de maximizar los resultados (asumiendo como Darwin que las presiones selectivas son enormes), también resulta interesante pensar que existen leyes generales de la eficiencia como consecuencia de la adaptación a un ambiente hostil (si no armonía universal, que cuando el río suena agua lleva y gran parte de lo que mucho se piensa es, a pesar de nuestra tendencia a posicionarnos en los extremos). Esto es, una lógica convergente de la eficiencia que bien se demuestra con los órganos análogos de los alados insectos, aves o mamíferos (y si me apuras, peces planeadores) o con la imagen aledaña, y que sin embargo parece estar poco estudiada en la conducta humana.

No será también que el fuego, la escritura o el mismo lenguaje articulado, la agricultura y el estado, el simple dinero o incluso otros dioses, no son más que el resultado de la lógica convergente. De existir extraterrestres postulo que bien podrían tener su propia moneda, o incluso un lenguaje parecido al esperanto, de existir vida allá fuera estimo que estará basada en el compuesto que a temperatura ambiente pueda alcanzar los tres estados de agregación de la materia, de existir otras sociedades antes o después habrán caído en los brazos del cielo. En éstas el estudio de la etología animal despierta en la socioecología un gran interés, pues la conducta humana no deja de ser relicta de la animal y además bien predispuesta por las difusas líneas de la casualidad y la convergencia. Amén de lo que más nos diferencia, sin olvidarme a Freud y su subconsciencia.

8. De socioecología va el tratado porque esta disciplina no existe, y de existir la desconozco. De lo contrario sería futil para cumplir la triple intención que se propone, a saber, 1) interpretar lo social desde la multidisciplinariedad de las ciencias puras (por no dejar de ser elitista, quede claro) sin los límites epistemológicos de la especialización pertinente bajo la lógica de la teoría de sistemas y la reducción a lo absurdo como principio motriz, 2) demostrar que la convergencia adaptativa de ideas sí existe y 3) desmontar la funcionalidad de los sistemas educativos universitarios al uso que no atienden a las diferencias de los estudiantes más que a su propio interés de mantenimiento económico y la burocratización elitista del conocimiento enfermo de titulitis y bibliografinas (que literariamente hablando serían las hormonas que desprenden los bibliófilos).

9. Tanto nos interesa la convergencia, a mí y a la naturaleza, que ambos hemos convenido en reconocer la vital trascendencia de las neuronas espejo en nuestra evolución, ya sea a nivel de individuo como a su suceversa1 con la sociedad, o al nivel de ésta. El aprendizaje significativo pasa por ser el más procedimental, bien por repetición (cuánto me gustaría que por fin se descubriesen sus neuronas) como por imitación (repetida), y los procesos de enculturación y socialización son directamente consecuencia de que imitamos lo que vemos. Neuropsicología, introspección y socioneurología (ésta última me la invento) vendrán a resaltar nuestra condición de poseedores de un buen cerebro de reptil por aquí dentro en el marco de las relaciones generales de nuestro sistema.



1 De viceversa, que sería la relación causal kantiana, a suceversa, que ya implica retroalimentaciones de progresión geométrica cuando se relacionan diferentes sistemas.

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