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jueves, 1 de marzo de 2012

AZUL (mmm, la vie...)

Inmersa en la luz y la música de la discoteca todo ha comenzado a dar vueltas. David baila y habla al mismo tiempo. Tiene el pelo rapadito y las orejas pegadas al cráneo. La cabeza y los ojos los mueve casi descoordinadamente mientras gesticula y hace maravillas con su baile. Si no le conociera me daría miedo verle porque cada día está peor de la cabeza.

-Pues sí, tía, entonces llega el Joy y dice que ha muerto el inventor de los multicines y que el entierro se celebrará a las 8:00, a las 8:15, a las 8:30...

Y se parte el culo mientras sus alocados brazos golpean a diestro y siniestro el ambiente cargado de humo de cigarrillos y porros. Algún día dejará de ver esas chorradas, graciosas aunque me cueste reconocerlo, y empezará a interesarse por las cosas que suceden a más de dos palmos de sus narices. Hasta entonces seguirá moviendo el culo por antros como éste.

De repente para la música y todo el mundo se pone a abuchear. Él me mira con los ojos muy abiertos. A mí me dan ganas de decirle que se meta todos sus chistes de poquero de mierda por el culo, pero la música comienza a sonar antes de que encuentre huevos suficientes para mandarlo a la mierda. Tal vez nunca los habría encontrado. Siempre he sido incapaz de moverme por donde quiero. Siempre he sido la niña buena que no sabe contestar. ¡Mierda! El porro se me está subiendo a la cabeza. Se me va la olla con demasiada facilidad.

-Voy a por una botella de agua. Ahora vuelvo.

-Vale, vale.

David ni se molesta en mirarme a los ojos. Casi nunca lo hace. Por eso, cuando me mira fijamente me pongo muy nerviosa y me dan ganas de patearle el culo. No soporto a los tíos como él. Se pasan la vida mirándote las tetas para, en un descuido, abalanzarse al corazón. Porque mi corazón es mi mirada. No me importa que me miren el culo, pero no admito que se fijen en mis ojos.

El antro está al completo. Resulta casi imposible moverse entre tanto bailarín rapado y exhibicionista engominado. Procuro alejarme de la zona de baile y me acerco a la barra. Por suerte está tan llena como el resto del garito. Camino con la cabeza agachada, observando los pies de toda esa gente. Es curioso la cantidad de cosas que se pueden aprender de una persona sólo con fijarte en si calza unas deportivas Nike, Kelme o Adidas, si lleva unos zapatos bien limpios o tiene unas botas sucias y desgarradas.

En la barra me atiende una tía con demasiado maquillaje que no para de enseñar escote a todos los que van a pedir. Realmente el ambiente es insoportable. No queda ni un hueco libre en al barra y el tío de atrás no para de sobarme el culo. La del maquillaje me da una botella de Fontbella y me cobra 2 euros. Le doy un buen trago al agua mientras dejo que el sobón disfrute un rato, pero al darme la vuelta, le tiro el vaso en cima.

-¡Oh!, lo siento, de veras. Perdona, al darme la vuelta he tropezado y... espero que te hayas enfriado un poco.

-¿Qué?

-Que lo siento mucho, de verdad. Lo siento.

El tío lleva unos pantalones de vestir y una camisa (por dentro) de color azul. Zapatos recién limpiados y pelo engominado. Es el típico pijito de discoteca. El problema de todos los pijos es que están buenos. O este al menos lo está. Lleva una barba de tres días que apenas se distingue y los pantalones le sientan realmente bien. Quien sabe, quizá yo también pueda sobarle el culo.

-No pasa nada. Sólo es agua.

Yo me doy la vuelta y empiezo a caminar. Pero él me coge del brazo y me impide irme. Espero que me suelte pronto, porque me está haciendo daño.

-¡Eh!, ¿no te irás así sin despedirte? Me llamo Fran -dice tras sacudir su cabeza para apartarse el flequillo de la frente. Ahora me mira fijamente mostrando una sonrisa impecable que me está poniendo nerviosa. Por primera vez le miro a los ojos. Azules- No sé, he pensado que podríamos salir a dar una vuelta.

-Claro, pero mejor otro día, ¿vale?

Me vuelvo, pasando las manos por su pecho y desaparezco entre la multitud. Realmente estaba buenísimo. No me explico por qué le he dicho que no. En condiciones normales habría aceptado la oferta. Me gusta ligarme a los tíos para una noche. Pero no me gusta que me liguen. A todos nos gustan los imposibles. Y éste no lo era. Supongo que soy una niña caprichosa y ¡joder!, que una puede hacer lo que le da la gana, ¿no? Que si quiero me enrollo con él y si quiero lo mando a paseo que todos podemos hacer lo mismo que la vida está llena de noches y esta noche sólo quiero pasar... Ya se me ha vuelto a ir la cabeza. Céntrate, mira a tu alrededor. Toda esa gente que ves está metida en la misma ciudad que tú el mismo jodido tiempo. Todos pasan por lo mismo y n los tienes que aburrir con tus jodidos rollos de mierda. Bebo el poco agua que me queda y lanzo la botella a la pista. Con lo caras que están las cosas.

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