Acabo de verte pensar, como quien pide un helado de fresa en la esfervescencia del mes de agosto, lúcido. Permíteme los tuteandos, por cierto, porque siempre he considerado a ustedes un falso juego de respeto y servidumbres. Por lo demás, de igual a igual heme aquí a hablarte, puesto que a filosofear me vengo y no podría ser sabiduría al ser de otra forma.
Es una lástima no conocerte, por lo menos tan bien como sabemos de belenes y Esteban, adviértase la redundancia. Mientras, ¿vives en un mundo tranquilo donde tu voz es escuchada por una tremenda minoría?, medios de comunicación mediante, sutil expresión de este genotipo nuestro que nos ha sido otorgado y nos lleva al cotilleo y al gregarismo en esa búsqueda de felicidad individual que anhelas. Cerebro de reptil o corteza de humanoide, ya es otra historia, lo que está bien claro es que no somos tan humanos racionales, más bien, monos vestidos de palabras, ¡bendito lenguaje!, y de guirnaldas. El inconsciente sale a la luz si le aplicas la chispa adecuada, te estoy diciendo, y vivimos en un ardiente manicomio bien ilustrado por las tecnológicas fuentes de poder.
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