Instrucciones para manejarse por el blog

El pensador chiflado está decidido a cambiar el mundo. Tú puedes ayudarle a hacerlo. Conviértete
en el guionista de los Viajes de Gilibert al interactuar
en la página, pasa un buen rato viendo sus fichas de inventos o colabora con tus propias ideas.
Y no dejes de opinar al contestar a nuestra encuesta o aportando comentarios



domingo, 5 de agosto de 2012

Los viajes de Gilibert. Capítulo 10. Sobre la neuropsicología del pensamiento: del psicoanálisis a la neurológica

Hola, que te escribo. Llevo tiempo sin hablar contigo, casi como si viviese en un eterno castigo de voto de silencio. Llego de viaje y experimentando, stendhalizado y sin tolerancia alguna al vicio, me acabo de tomar unas cervezas y andaba rayado pensando. Necesito una conversación silenciosa entre tanto ruido. Te digo:

Me he encontrado con el síndrome de Stendhal, el del emborrachamiento por amor al arte, sinestesias y otras neuronas espejo varias. Creo que todos lo sufrimos constantemente con el cambio, el movimiento que nos recorre la bestialidad social que somos; coches, prisas, trabajo, familia, un pueblo, otra casa, carretera y manta, etécéteras que se me pierden. Y de algún modo parece que somos yonkis, como si el arte, la lógica, la diversidad de atenciones y el perdón no fuesen sino una droga dura que se pareciese al soma de Adouls Huxley. O zombis de unas neuronas espejiales que nos hacen buscar sin descanso un imitando, un gerundio con que serlo.

Perdóname, pero vengo también de reconocer a Focault, y en el discurso escrito ya sabes que me encuentro, a oscuras y en el agua, tranquilo y difuso como un fluido en medio de una ecuación de Bernoulli. Y a serte sincero, espero: digo re porque estoy de un subido que ya no sé donde acaba el empirismo y la convergencia adaptativa de ideas se muere (que no las ansias de inmortal por escribir algún día la intrascendencia para plagiar a un tal Kundera), y donde empieza a empezar ese límite incipiente que los dos sabemos que llevamos dentro. Pero soy escritor porque te escribo, porque tengo ansias de comunicarme, porque en los grafemas no hay misterio para esta mía que me revienta. Así que corta cuando quieras con esto, que yo nunca te lo tendré en cuenta.

Entonces sigo con mi hilo, que se me desmiembra el pensamiento de tanto querer, te, digo… Parafraseante y despiadado me he cogido un texto (Síndrome de Stendhal: origen, naturaleza y presentación en un grupo de neurólogos, Guerrero, A.L.; Barceló Rosselló, A.; Ezpeleta, D., publicado en Neurologia.2010; 25 :349-56 - vol.25 núm 06) para transformarlo al antojo loco de lo divergente que me psicotropa la mente en este preciso instante.

La primera aproximación “psicológica” al síndrome de Stendhal nos la ofrece el psicoanálisis, desde donde se propone el término “fruición lógica”, o complejo de respuestas psíquicas que el pensamiento lógico genera en un observador, sin otro tipo de intereses que los puramente heurísticos. Magherini propondría (que es que me pierde el condicional del rumor) una ecuación-modelo de fruición lógica que incluiría tres variables y una constante. (Magherini G. I’ve fallen in love with a statue” Beyond the Stendhal syndrome. Firenze: Nicomp; 2007.)

-La primera variable sería “la experiencia lógica primaria”, que dimanaría, de acuerdo con las bases del psicoanálisis, de una primigenia experiencia lógica madre-hijo y que se homologaría, al menos en parte, con la estructura de la personalidad, construida con todas las relaciones interpersonales establecidas desde el inicio de la vida misma.
-La segunda variable sería “lo extraño”; correspondiente al elemento reprimido freudiano que vuelve en determinadas circunstancias. Así, la observación de un pensamiento (tanto como su convergencia) puede hacer regresar, en determinadas circunstancias, experiencias remotas, que pueden ser recordadas aún sin ser codificadas.
-La tercera variable es el “hecho seleccionado”; según esto, existe un momento en la percepción del objeto de pensamiento que puede modular en gran medida la reacción que genera en el observador.
-Finalmente, la constante de esta ecuación es el “valor lógico”; esto es, el objeto de pensamiento con sus características propias, sus contenidos o simbolismos.

La importancia relativa de estos factores en la ecuación puede cambiar en cada individuo o en un mismo individuo en diferentes momentos vitales.

Y como me suda Sheldrake por los poros neuronales, metabolitos secundarios de elevada toxicidad mal depurados por este encéfalo impertinente, esto es así porque todo debiera estar relacionado. Peores músicas celestiales rondaron las cabezas de tantos, tontos y otras cabezas que también rodaron, fuegos y meigas, juegos de tronos, poderes fácticos y de contacto invisibilizados por nuestro sistema inmunitario mental enfermo que nos hace huir de la verdad si pone en conflicto este equilibrio tan cómodo y arbitrario. Bienestar a cambio de que la utopía no exista. Pues yo digo música fractal del universo, matemática existencial en anisótropo movimiento.

Pero ¿por qué estos trastornos ocurren en presencia de un pensamiento bien obrado o en lugares de singular belleza lógica o racional? Ernst Kris describiría, en 1952, que ciertos temas ligados a la vida fantástica del individuo son ubicuos en la historia de la lógica; es decir, que con frecuencia impulsos y conflictos se traducen en el lenguaje lógico. Así, la obra de pensamiento promovería la emergencia de sentimientos que nos llevarían a recordar nuestros conflictos personales. La expresión lógica, en suma, nos permitiría evocar intensidades emocionales que, de otra manera, no saldrían a relucir; el pensamiento ofrece la ocasión, socialmente sancionada y tolerada, de expresar y vivenciar intensas reacciones emocionales; el observador pasa de una situación activa a otra pasiva recreando el objeto de pensamiento. Si la distancia entre sujeto y objeto es muy pequeña, las emociones serán, seguramente, mucho más intensas.

El descubrimiento de las neuronas en espejo ha traído una nueva aproximación al estudio de las bases neurobiológicas de la fruición lógica. Así, en 1996 se descubre en primates que ciertas neuronas de la corteza frontal premotora se activan tanto cuando se ejecuta una acción como cuando se observa su ejecución por otro individuo. Esta empatía, definida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, tiene una finalidad defensiva, puesto que nos informa y prepara ante las futuras acciones de los que están a nuestro alrededor, y también son, por ello, base para el comportamiento social.

Explorando las facilidades que nos proporciona la empatía, parece claro que puede experimentarse al repensar una obra de pensamiento, hecho ya intuido desde finales del siglo XIX. El propio Friedrich Nietzsche vislumbró un sustrato biológico al afirmar lo siguiente: “la empatía con las demás almas no es moral, sino una susceptibilidad fisiológica manifestada ante la sugestión”. Así, Freedberg y Gallese presentarían una teoría de respuestas empáticas a trabajos de pensamiento que no es puramente introspectiva, intuitiva o metafísica, sino que tiene materiales precisos y definibles en el cerebro. La observación lógica estimula, de esa forma, mecanismos que simulan y encarnan emociones, acciones o sensaciones corpóreas, y esos mecanismos son universales ya que todos disponemos de ese tipo de neuronas. En esta aproximación al problema, se consideran también factores históricos, sociales, culturales o personales, pero, a diferencia de la aproximación psicoanalítica, únicamente modulando la percepción lógica.

Eneagramizando, y por fin vamos al grano, ya sabes que nunca fui ninguno de los nueve, sino el que tuvo que inventarse un décimo para encasillarse. Todos y ninguno, empático hasta la médula y la muerte. Sea como fuere, el síndrome de Stendhal parece relacionado con la neurología y sus espejos imitan2, con la ruptura de la simetría del la santísima trinidad del universo de antes del tiempo. Pero bosones de Higgs aparte, un ser compuesto con un elevado potencial isotrópico, por no querer decir buenas y abundantes neuronas espejo nuevamente, vendría a ser especialmente sensible al síndrome.

Así, todas las preguntas que han buscado saber o entender qué es la lógica, presente en todas las sociedades humanas a lo largo de su historia, no han conseguido respuestas satisfactorias porque no han hecho referencia al cerebro, el lugar donde el pensamiento es concebido, ejecutado, percibido y apreciado. Se acuña de esta forma el término “neurológica”, concepto basado en que, de la misma manera que hay un cerebro visual que permite acercarse a explicar la creación lógica, hay un cerebro lógico como prolongación de este cerebro visual.

Semir Zeki, el iniciador de esta disciplina, mantendría que toda obra lógica, tanto en su concepción como en su percepción, se expresa en el cerebro, de forma que cualquier lógica es necesariamente neurológica. Considera que los pensadores no dejan de ser neurólogos que estudian el cerebro visual mediante técnicas especiales, y anima a los investigadores neurobiólogos a aprovechar la lógica como un campo útil para investigar nuestra comprensión del funcionamiento del cerebro. Sin embargo, todos estos investigadores y amantes de la lógica, pese a su propuesta reduccionista —y sin duda debido a ello—, no son capaces de explicar muchas de las inefables emociones de quien se enfrenta al pensamiento en cualquiera de sus formas.

Me pregunto por qué la prosa me sangra versos, por qué los ángulos rebosan mi mirada, por qué pregunto tanto, por qué sigo sin saber nada. El caso es que la poesía bien podría ser sólo otro fenómeno neurológico raro, más que extraño mal estudiado, desconocido y adictivo como el síndrome de Stendhal. Esa fotografía podría ser una representación de una verdad que subyace por debajo de otra mirada, esa inquietud cognitiva una desgracia de neuronas reflectantes.

La sinestesia es un fenómeno neurológico que consiste en la capacidad que algunas personas poseen para intercambiar información procedente de distintos canales sensoriales, “ver los sonidos o captar su color” es seguramente el intercambio de información más conocido aunque se han descrito múltiples combinaciones siendo la más desconocida, aunque también la más intuitiva, el recambio de una experiencia estética bien visual o auditiva por excitación sexual.

La sinestesia no es un fenómeno patológico en absoluto pero puede inducir estados de confusión perceptuales y puede además ser inducida por sustancias tóxicas como los psicodislépticos tipo LSD. Al parecer es un fenómeno que depende poco de la voluntad y que se impone en la conciencia a ráfagas involuntarias, dicho de otra forma es un fenómeno paroxístico, ictal, como un ataque epiléptico que no compromete la motilidad ni la conciencia, un fenómeno de intensificación emocional.

Los estímulos visuales, por ejemplo, pueden transformarse en efectos de sonido y viceversa probablemente porque el algoritmo que procesa el cerebro (algoritmo de Mountscastle) es el mismo con independencia de si se trata de impulsos auditivos o visuales, si bien la elección de sonidos o colores están relacionados con lo subjetivo y son arbitrarios.

El giro fusiforme es una estructura cerebral enclavada entre el lóbulo temporal y el occipital y que se ha visto que se encuentra relacionada con la identificación de rostros. Está aceptado que el giro fusiforme está relacionado con nuestra capacidad de reconocer rostros, pero además de eso el giro fusiforme se encuentra relacionado con otras cosas que sabemos precisamente por la psicopatología.

Ramachandran aborda la comprensión y explicación de algunos síndromes que podrían ser incluidos con el rubro “síndromes de identificación errónea” los más conocidos de los cuales son el síndrome del miembro fantasma, el síndrome de Capgras o delirio del doble, la anosognosia, el síndrome de Charles Bonnet y otros más exóticos. Lo importante en este momento es señalar que Ramachandran incluye la sinestesia entre estas perturbaciones (en el caso de la sinestesia seria una habilidad más que una perturbación) debida a averías (o permanencia de conexiones) del giro fusiforme.
Es evidente que la sinestesia también se manifiesta como episodios stendhalianos en forma de mareos, de “no poder más”, de “sentirse al borde de un estallido”, de “tener que parar”, etc, poco más o menos la misma sintomatología que Stendhal nos legó en su propia experiencia y relacionada con la contemplación estética de la música. Algo que procede de la dualidad de la función visual: el ojo no es un órgano que sirve sólo para ver, sino que es además un interface entre el mundo y la subjetividad, la intimidad. El ojo no es sólo una lente sino también un espejo, no sólo ve lo que hay afuera sino que transmite lo que está dentro. Es la función de la mirada.

No es de extrañar que entre los pacientes de la Dra Megherini  hubiera quien había sentido impulsos por atacar, destruir las obras que parecían contemplarle retándole y confundiendo su intencionalidad entre mirar y ser visto, algo por cierto muy parecido a lo que sucede en otro de estos síndromes raros como el síndrome de confusión entre televisión y realidad (aun sin nombre), el sujeto cree que lo que está viendo en la TV es real y actúa como si lo fuera. Esta confusión entre realidad y pantalla  es a mi juicio el mismo fenómeno que observamos en ciertas personas que sucumben al qualia de la belleza, aunque en mi opinión no es la belleza lo que les captura sino la consideración de que lo bello nos puede atrapar y encarcelar que es a fin de cuentas lo que suponemos que desearían si optan por el polo pasivo-receptivo mientras que en caso contrario aparecerá como una idea obsesiva (una fobia impulsiva) o una franca alucinación.

Sinestésico perdío me ando y anoche hice dibujos mientras orinaba. En serio te digo: si el síndrome de Stendhal depende de las neuronas especulares, que a su vez configuran el grado de una sinestesia, de uno al otro porque me toca salto. Existe una sinestesia del arte que determina el nivel en que sufrimos a Stendhal cuando viajamos; existe un elevado porcentaje de artistas de diversos campos diagnosticados como sinestetas; los hay especializados en la fotografía matemática, en la pintura policromada, en la armonía musical; no sabemos si también podría existir una sinestesia lógica; todos estos fenómenos están relacionados con las neuronas espejo que captan desde el subconsciente; la convergencia adaptativa de ideas es fruto de la misma; y bien podríamos estar captando un chorro de cuántica energía de información en movimiento sin darnos ni cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario